lunes, 25 de enero de 2010

¿Y vos, de donde saliste?
De una Flor del Aire
que trajo un Condor
que bajo del Ambato.

lunes, 18 de enero de 2010

La Naturaleza -de- -y- Ella

Llueve a cantaros afuera
a granel como a mi me gusta decir.
Hace dias que la naturaleza tiene tu
ruido y tus imagenes.

No es el recuerdo de tu persona
es tu persona esparcida en particulas
como una constante que viaja de un
pasto a otro, casual, movil, eterna, evanescente.

Un rulo naranja, tuyo, en un fogon
un acorde en una guitarra que no
pierde el sonido nunca por el eco.
Un aroma a marihuana escondido.

Una sombra para pensar
una piedra para escribir
un campo para dormir
una flor para extrañar

En el contorno del sol el limite de
tu creatividad, asciende,
gana en luz y descubre todo a la vista,
se esconde y se transforma en luz nocturna
hermosa que atisba un secreto, un destello.

Tal vez, si lo sea, tal vez
es tu recuerdo, el de tu persona
en la plenitud de tu ser, transmitido
a todos los espacios, a traves de mis ojos.

jueves, 7 de enero de 2010

Poema

Ruido a árbol alto que no quiere soltar más hojas

Ruido de una nariz que transita entre el invierno y el verano.

Ruido de ultimo sorbido de mate y de unos resortes metálicos

Que hacen asomar una y otra vez la punta de una lapicera.

Ruido de patio cerca de una avenida.

Ruido a mano que raspa la tierra de la tapa de un libro.

Ruido a tierra en todo, porque en Catamarca la tierra

Y el polvo tienen sonidos.

Mucho ruido a tos, cortado en seco por

El ruido violento de una mano que

Golpea en la espalda ahuyentando a un mosquito.

Ruido a la compañía silenciosa de una tarde en la montaña.

Ruido a bosa nova. Ruido a alpargatas y a hormigas.

Ruido a uñas que rascan la piel mezclado con

Ruido a encendedor para avivar el ruido a tos.

Ruido a cenizas que caen al pasto.

Ruido de lengua en la boca que acomoda la coca.

Ruido imperceptible de quietud espiritual.

Sigiloso ruido de gato que trepa.

Ruido a mimesis del hombre y la naturaleza.

domingo, 3 de enero de 2010

Reflexiones IV

Formas no violentas de reconocimiento.
Desde el menosprecio al amor.

Hace más de 20 años, Michel Foucault aventuro la siguiente hipótesis: Las guerras del futuro serán luchas por la identidad. Ya finalizando la primera década del Siglo XXI, esa hipótesis es una realidad inevitable. Pero esa realidad no se limita a la de los países de “medio oriente” como se cree comúnmente, o a la imposición estadounidense de una forma particular, tanto de vida como de gobierno, con unos valores y principios particulares; también se hace extensiva a la profunda división en Bolivia entre sectores de la sociedad prácticamente en guerra, como a las favelas brasileñas y a las villas argentinas. En este breve y recortado repaso se puede apreciar que esas “luchas” por el reconocimiento abarcan aspectos religiosos, políticos, sociales, económicos, de “raza”, culturales, etc. Atendiendo a esta diversidad seria difícil proponer un análisis en conjunto de todas estas luchas, no obstante, intentare exponer un aspecto de esta problemática que permita pensarlas a todos juntas, es decir, un aspecto que trascienda la discusión en sus particularidades, y que sirva para todos los casos. Esta problemática es la del Reconocimiento y la de “el Otro”. Trabajar textos filosóficos en notas periodísticas es una combinación harto difícil; entre ser claro, explicar detalladamente y a la vez sintetizar…ergo, vamos al grano, la idea es la siguiente: siempre (o las mas de las veces) se ha pensado el “reconocimiento” bajo la figura de la Lucha. Desde Hegel a Foucault se lucha por el reconocimiento.
Seria imposible encontrar un punto donde comienza el “no-reconocimiento”, por lo tanto, elijamos uno arbitraria, pero justificadamente. Dice Axel Honneth en su libro La lucha por el reconocimiento: “es por las experiencias negativas de menosprecio que nosotros descubrimos nuestro propio deseo de reconocimiento; nuestro deseo de reconocimiento nació de la di-satisfacción o de la desdicha del menosprecio”.
¿Por qué elegir este punto de comienzo? Porque, estas experiencias de menosprecio operan dentro de lo pre-jurídico y lo post-jurídico. Esto significa, que más allá de los laureles que nos podamos adjudicar por nuestras conquistas en lo jurídico y en el reconocimiento de los derechos de las minorías, de las etnias, etc., hay un ámbito, pre y post-jurídico donde el menosprecio se da en todo su esplendor en contra del reconocimiento. Y ese menosprecio lo define Honneth como “menosprecio social”. Y continua Honneth, con una justeza impecable en sus palabras: “No podemos comprendernos como portadores de derecho si no tenemos al mismo tiempo conocimiento de las obligaciones normativas a las cuales adherimos en el cuidado del otro, no somos nosotros mismos sino a condición de sostener con otros relaciones de construcción mutua”1 . En esta forma de pensar el reconocimiento se intenta “sacarlo” del ámbito de “la lucha”. Por eso es la elegida. Porque se piensa el reconocimiento desde formas no violentas. La pregunta entonces es ¿Cómo pensar el reconocimiento desde formas no violentas? La respuesta se encuentra en el titulo de esta nota, y la provee Paul Ricoeur. Las primeras líneas de esta “respuesta” las da Ricoeur en una conferencia pronuncia en el 2002 en la UNESCO.
En esta conferencia, Ricoeur se remite a otro autor para mostrar como pensar estas formas no violentas. El elegido es Marcel Mauss en su Ensayo sobre el Don; allí se remonta hasta la experiencia de las sociedades “arcaicas” (no bárbaras) sobre el intercambio del don, sobre el carácter ceremonial del intercambio. Lo interesante en estas practicas de intercambio es que, lo importante no es “la cosa donada”, sino en que, lo que “garantiza” el retorno es que el donante se dona el mismo como substituto en el don. Como explica Ricoeur, el funcionamiento del don estaría en realidad no en la cosa donada si no en la relaciona donante-donatario, en un reconocimiento tácito simbólicamente figurado por el don. Este reconocimiento simbólico es el quid de la cuestión; es el acto mutuo de reconocimiento de dos seres, la gestualidad del reconocimiento, es un gesto constructivo de reconocimiento a través de una cosa que es simbólica, que simboliza el donante y el donatario.
Partimos de las luchas por la identidad en Foucault hasta llegar a una practica de intercambio en las sociedades arcaicas interpretada por Mauss y Ricoeur, corresponde sacar en limpio porqué semejante mezcla y porquè, sobretodo, volvernos a un pasado tan remoto, tan fuera de la lógica mercantil y del dinero, que globalización de por medio, son las que rigen nuestra vida hoy en día.
El final de la conferencia de Ricoeur, después de su lectura de Mauss y además de Jaques Hénaf, termina con la propuesta de “asimilar” o de relacionar, la antigua practica del intercambio del don, con las formas contemporáneas y cotidianas del intercambio ceremonial de regalos, “en una relación de regalo, de intercambio, de favor, tenemos una experiencia viva de reconocimiento”.
Primera conclusión: resolver los problemas actuales sobre las luchas de reconocimiento, no sólo implica los grandes problemas como las luchas religiosas en medio oriente o las indígenas en América Latina, empieza, por el contrario, en el menosprecio social, en las formas cotidianas de convivencia social. Y actuar a favor del reconocimiento, no sólo implica los grandes actos de los premio nobel de la paz, sino todas y cada una de las practicas cotidianas, desde una ceremonia de regalo, hasta una ceremonia de enfrentamiento deportivo. Recordemos lo esencial de las practicas arcaicas: el donante se dona a si misma. He ahí toda la fuerza simbólica. Y ahí también la intención de estas líneas, porque, la posibilidad de pensar ese reconocimiento, tal vez mas básico, mas cotidiano, pero también esencial, es la posibilidad de pensarnos a nosotros y al otro de forma distinta. Solo reconociendo al otro, podemos donarnos a el. Piénsese sino en el amor. Soló podría amarse a otra persona sanamente y en libertad, siempre y cuando, nos entreguemos, nos donemos completamente a ella o el, y eso no podría ser sin reconocerlo, sin reconocernos, si saber que en el reconocimiento nos construimos mutuamente. Por acá podemos empezar, por evitar menospreciar al otro, por evitar correrle la cara, por evitar evitarlo.
Un último dato para cerrar, esas “sociedades arcaicas” a donde Mauss y Henaf, y más tarde Ricoeur, se remiten para pensar el problema del reconocimiento, no son las sociedades europeas, son las sociedades americanas, aquellas que no entraron en la “europeización” del Mundo. ¿Podremos reconocernos, aunque sea un poco, en nuestras sociedades olvidadas, en nuestro pasado?, ¿habremos dejado vivo algo de la maravilloso que matamos y olvidamos con el paso de la historia?...Tal vez sea hora de empezar de nuevo a reconocernos entre nosotros.




1 Conferencia pronunciada en la UNESCO en el año 2002. Publicada en el 2004 por UNESCO. Traducido del francés por Cesar Marchesino para la Cátedra de Filosofía Política I. Disponible en http://portal.unesco.org/shs/fr/ev.php-URL_ID=5936&URL_DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html

Reflexiones III

Sobre la sexualidad y el poder. Una mirada filosófica.
Ilusiones e hipocresías.

Para hacer un abordaje a la cuestión de la sexualidad desde la problemática del poder, se puede empezar con poco. No hace falta un ni un master en sexualidad, ni ser un experto en la concepción foucaultiana del poder y del dispositivo de la sexualidad. Para ver la efectiva mecánica del poder sexual basta con salir a la calle o prender la televisión. Siempre y cuando a ese acto se lo acompañe de un mínimo grado de conciencia, de atención, de percepción más que de un simple mirar. En ese acto de conciencia y de atención se descubre un bombardeo y una proliferación de exposiciones sexuales del cuerpo. Esto último no es ninguna novedad, no obstante hay que llamar la atención sobre el inmenso grado de complejidad que representa esa publicidad en extremo de la pornograficacion del cuerpo, sobre todo femenino.
Cuando la realidad sigue un curso distinto al de la construcción teórica, por mas avanzada que esta este, hay que volver unos pasos atrás. Hacer un ejercicio de memoria para poner la realidad en armonia con lo que algunos piensan de ella.
La exposición alevosa y grotesca de culos y tetas en distintos medios, y sin ninguna justificación aparente, se vende como el progreso de una sociedad que aspira a la liberación sexual. Hay una distancia enorme entre la abolición de un tabú como lo fue durante mucho tiempo “el sexo” a una exposición netamente pornográfica del cuerpo. Y en esa distancia quedan muchas cosas por comprender, las cuales no se tienen en cuenta las más de las veces. Las siguientes líneas tratan de mostrar uno de los puntos que se pierde en esa distancia. El que más arriba titulaba como una “ilusión” y una “hipocresía”.
Empecemos por un acercamiento global a nuestra época, desde el psicoanálisis se puede construir el marco dentro del cual nos encontramos hoy. Lacan anticipa el signo de estos tiempos al hablar de un superyó que impone el goce, el sujeto ya no se siente culpable por el deseo inconsciente que ha debido reprimir sino por no gozar lo suficiente . Esta tesis psicoanalítica se inscribe en la filosofía bajo el concepto de la “muerte de Dios”: Si Dios no existe, todo esta permitido. Esta es la primera ilusión, confundir intencionalmente un llamado al goce y un “todo esta permitido” con una idea de liberación sexual. Que un adolescente de 16 años hago todo lo que no esta prohibido y que oriente todas sus acciones en pos de algún tipo de goce sexual, lejos de ser “liberación” sexual, es claramente una conducta de libertinaje.
En la filosofía nietzscheana, la “muerte de Dios” no tiene como consecuencia la ausencia completa de reglas, costumbres y valores mas que como un momento a superar (el llamado nihilismo), por el contrario buscaba lo que el mismo Nietzsche llamo una “transvaloración”, esto es, -dicho en criollo- la búsqueda de nuevos valores que hicieran al hombre mas libre, menos siervo, menos gregario, menos temerario, con mas voluntad de vida. Sobre como entender esta transvaloración, la discusión esta abierta y en pleno auge, se trata de no limitar el espacio de discusión de la educación sexual a temas como la prevención y las enfermedades de transmisión sexual, ambos necesarios pero no suficientes, sino acercar a los jóvenes a temáticas como el cuidado de uno mismo, la ética del placer, la sexualidad no genital, etc.
Esta ilusión de la liberación por el libertinaje que es posible por la hipocresía generalizada de toda la sociedad, tiene su peor cara, o una de sus mejores explicaciones en la mecánica del poder foucaultiana. No quiero confundir al lector en este punto, mucho menos arrogarme la soberbia de creer poder explicar lo que significa “el dispositivo de la sexualidad” en unos líneas, por el contrario prefiero citar un párrafo de la genial pluma de Charles Taylor que deslumbra por su precisión apropósito de lo que aquí hablamos:
“Lo importante de entender es que no estamos controlados según el modelo antiguo, mediante ciertas prohibiciones sobre nosotros. Podemos pensar que estamos obteniendo alguna libertad cuando eliminamos las prohibiciones sexuales, pero de hecho estamos dominados por ciertas imágenes de lo que es un ser sexual pleno, sano y satisfecho. Y estas imágenes son, de hecho, muy poderosos instrumentos de control. Podemos pensar en la ola contemporánea de permisividad sexual como una especie de “revuelta del cuerpo sexual”. Pero (y en el pero encontramos la brillante capacidad de preguntar de Foucault) “¿Cuál es la respuesta del lado del poder? Una explotación económica de la erotización, desde los productos para broncear hasta las películas pornográficas. Respondiendo precisamente a la revuelta del cuerpo, hallamos un nuevo modo de inversión que ya no se presenta en la forma de control por represión sino de control por estimulación. “¡Desnúdate, pero se delgado, hermoso, bronceado”! (Foucault Power/Knowledge, p. 57)
La conclusión debería saltarnos a la vista y hasta lastimarnos los ojos. El síntoma de exposición pornográfica bajo el que vive constantemente nuestra sociedad, que celebramos como “la revolución del cuerpo” y la “liberación sexual”, no es más, que un llamado al libertinaje sexual que responde a una explotación económica de la erotización, es una invitación descomunal y generalizada a consumir el sexo y no a vivir la sexualidad. Valga lo mismo para laS distintaS sexualidadeS: aceptamos la homosexualidad, pero no la bisexualidad, aceptamos la homosexualidad y a la vez la discriminamos. Aceptamos la homosexualidad pero no al transexual; aceptamos lo que queremos, en el grado que queremos, todo de la boca para afuera y en un extremo y profundo grado de enferma hipocresía.

Como decía al comienzo, en este pequeño análisis sobre la sexualidad no hay nada radicalmente nuevo, los pensamientos de Foucault y Taylor llevan décadas circulando (por supuesto que ha habido actualizaciones y derivaciones importantes, sobre todo para comprender como se da la nueva bio-politica del poder, que tiene total vigencia para comprender nuestras sociedades). Lo que no deja de sorprender a quien escribe, y que motiva estas líneas, es la capacidad de todos los integrantes de nuestra vida cotidiana para mirar al costado de estos fenómenos con los que convivimos a diario. Padres que se molestan por la iniciación temprana, sin conciencia ni cuidado, de sus hijos en el sexo (no en la sexualidad) pero que no se interesan por saber que hacen los mismos horas encerrados en sus cuartos abiertos al mundo de la pornografía cibernética, adolescentes que se jactan de saber todo sobre el SIDA y el embarazo pero no pueden detener la cabeza (ambas) en un segundo de calentura para ponerse un forro, una clase dirigente y educativa que se llena la boca de palabras sobre la importancia de la educación sexual pero que permiten que grupos económicos y medios de comunicación vendan sexo sin resguardo y sin horario de protección, porque eso es atentar contra grandes poderes económicos.
En fin, repetir las cosas hasta el cansancio o escribirlas, no es garantía de resultados. Pero poner en evidencia que hay muchos que estamos dispuestos a pensar y dialogar sobre qué y cómo queremos entender y vivir la sexualidad fuera de un mecanismo de poder y de explotación económica, es una tarea que no pierde vigencia y que no debemos dejar que la pierda; por tanto estas líneas (y este diario y este ejemplar) van en el sentido de restituir y cuidar ese espacio de dialogo abriendo y poniendo en discusión formas que nos acerquen a una sexualidad mas libre.