martes, 17 de agosto de 2010

Conocer gente para descubrirse a uno mismo.

En Praga revivi. la palabra es justo esa. Deje los altibajos, pude tener esas ansiosas situaciones inhóspitas que alimentan el alma de un aventurero. Dice Heidegger que "hay que estar abierto al llamado del ser", yo estoy abierto al llamado de lo inesperado. Porque la condición misma de lo inesperado es que nosotros no podemos ejercer ningún control sobre ello, ¿Como conseguir entonces eso que escapa a nuestras manos y voluntad, y que esta en lo mas intimo de nuestros deseos? El destino camina en la misma calle que nosotros, solo hay que saber a quien preguntarle la hora. El resto va de suyo; basta solo un constante principio a aprender: saber llevar el alma en los ojos. La transparencia es el mejor remedio contra el miedo al otro. Lo cual no deja de ser una gran paradoja, porque es frente a lo mas gratuito contra lo que mas se desconfía. Es un tanto absurdo, pero la ingenuidad es la llave de toda historia, de toda persona; la gente no quiere mentir, sólo quiere ser escuchada, creída. El completamente desconocida, el que tiene todas las buenas razones para dudar, es el que puede otorgar la mayor credibilidad, la mas ansiada, ¿La mas honesta? Si.
A partir de hoy creo en la palabra de todos mis interlocutores, ¡porqué no hacerlo!. Y es que tal vez, a lo mejor, no obligará, incentivará esa ingenuidad, esa transparencia a la verdad del otro? Yo creo que si. ¿No es esta la condición mas rudimentaria, mas básica y primera de la política?
Creer en el otro, ¿no es la primera y única forma de relación humana?

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