domingo, 3 de enero de 2010

Reflexiones IV

Formas no violentas de reconocimiento.
Desde el menosprecio al amor.

Hace más de 20 años, Michel Foucault aventuro la siguiente hipótesis: Las guerras del futuro serán luchas por la identidad. Ya finalizando la primera década del Siglo XXI, esa hipótesis es una realidad inevitable. Pero esa realidad no se limita a la de los países de “medio oriente” como se cree comúnmente, o a la imposición estadounidense de una forma particular, tanto de vida como de gobierno, con unos valores y principios particulares; también se hace extensiva a la profunda división en Bolivia entre sectores de la sociedad prácticamente en guerra, como a las favelas brasileñas y a las villas argentinas. En este breve y recortado repaso se puede apreciar que esas “luchas” por el reconocimiento abarcan aspectos religiosos, políticos, sociales, económicos, de “raza”, culturales, etc. Atendiendo a esta diversidad seria difícil proponer un análisis en conjunto de todas estas luchas, no obstante, intentare exponer un aspecto de esta problemática que permita pensarlas a todos juntas, es decir, un aspecto que trascienda la discusión en sus particularidades, y que sirva para todos los casos. Esta problemática es la del Reconocimiento y la de “el Otro”. Trabajar textos filosóficos en notas periodísticas es una combinación harto difícil; entre ser claro, explicar detalladamente y a la vez sintetizar…ergo, vamos al grano, la idea es la siguiente: siempre (o las mas de las veces) se ha pensado el “reconocimiento” bajo la figura de la Lucha. Desde Hegel a Foucault se lucha por el reconocimiento.
Seria imposible encontrar un punto donde comienza el “no-reconocimiento”, por lo tanto, elijamos uno arbitraria, pero justificadamente. Dice Axel Honneth en su libro La lucha por el reconocimiento: “es por las experiencias negativas de menosprecio que nosotros descubrimos nuestro propio deseo de reconocimiento; nuestro deseo de reconocimiento nació de la di-satisfacción o de la desdicha del menosprecio”.
¿Por qué elegir este punto de comienzo? Porque, estas experiencias de menosprecio operan dentro de lo pre-jurídico y lo post-jurídico. Esto significa, que más allá de los laureles que nos podamos adjudicar por nuestras conquistas en lo jurídico y en el reconocimiento de los derechos de las minorías, de las etnias, etc., hay un ámbito, pre y post-jurídico donde el menosprecio se da en todo su esplendor en contra del reconocimiento. Y ese menosprecio lo define Honneth como “menosprecio social”. Y continua Honneth, con una justeza impecable en sus palabras: “No podemos comprendernos como portadores de derecho si no tenemos al mismo tiempo conocimiento de las obligaciones normativas a las cuales adherimos en el cuidado del otro, no somos nosotros mismos sino a condición de sostener con otros relaciones de construcción mutua”1 . En esta forma de pensar el reconocimiento se intenta “sacarlo” del ámbito de “la lucha”. Por eso es la elegida. Porque se piensa el reconocimiento desde formas no violentas. La pregunta entonces es ¿Cómo pensar el reconocimiento desde formas no violentas? La respuesta se encuentra en el titulo de esta nota, y la provee Paul Ricoeur. Las primeras líneas de esta “respuesta” las da Ricoeur en una conferencia pronuncia en el 2002 en la UNESCO.
En esta conferencia, Ricoeur se remite a otro autor para mostrar como pensar estas formas no violentas. El elegido es Marcel Mauss en su Ensayo sobre el Don; allí se remonta hasta la experiencia de las sociedades “arcaicas” (no bárbaras) sobre el intercambio del don, sobre el carácter ceremonial del intercambio. Lo interesante en estas practicas de intercambio es que, lo importante no es “la cosa donada”, sino en que, lo que “garantiza” el retorno es que el donante se dona el mismo como substituto en el don. Como explica Ricoeur, el funcionamiento del don estaría en realidad no en la cosa donada si no en la relaciona donante-donatario, en un reconocimiento tácito simbólicamente figurado por el don. Este reconocimiento simbólico es el quid de la cuestión; es el acto mutuo de reconocimiento de dos seres, la gestualidad del reconocimiento, es un gesto constructivo de reconocimiento a través de una cosa que es simbólica, que simboliza el donante y el donatario.
Partimos de las luchas por la identidad en Foucault hasta llegar a una practica de intercambio en las sociedades arcaicas interpretada por Mauss y Ricoeur, corresponde sacar en limpio porqué semejante mezcla y porquè, sobretodo, volvernos a un pasado tan remoto, tan fuera de la lógica mercantil y del dinero, que globalización de por medio, son las que rigen nuestra vida hoy en día.
El final de la conferencia de Ricoeur, después de su lectura de Mauss y además de Jaques Hénaf, termina con la propuesta de “asimilar” o de relacionar, la antigua practica del intercambio del don, con las formas contemporáneas y cotidianas del intercambio ceremonial de regalos, “en una relación de regalo, de intercambio, de favor, tenemos una experiencia viva de reconocimiento”.
Primera conclusión: resolver los problemas actuales sobre las luchas de reconocimiento, no sólo implica los grandes problemas como las luchas religiosas en medio oriente o las indígenas en América Latina, empieza, por el contrario, en el menosprecio social, en las formas cotidianas de convivencia social. Y actuar a favor del reconocimiento, no sólo implica los grandes actos de los premio nobel de la paz, sino todas y cada una de las practicas cotidianas, desde una ceremonia de regalo, hasta una ceremonia de enfrentamiento deportivo. Recordemos lo esencial de las practicas arcaicas: el donante se dona a si misma. He ahí toda la fuerza simbólica. Y ahí también la intención de estas líneas, porque, la posibilidad de pensar ese reconocimiento, tal vez mas básico, mas cotidiano, pero también esencial, es la posibilidad de pensarnos a nosotros y al otro de forma distinta. Solo reconociendo al otro, podemos donarnos a el. Piénsese sino en el amor. Soló podría amarse a otra persona sanamente y en libertad, siempre y cuando, nos entreguemos, nos donemos completamente a ella o el, y eso no podría ser sin reconocerlo, sin reconocernos, si saber que en el reconocimiento nos construimos mutuamente. Por acá podemos empezar, por evitar menospreciar al otro, por evitar correrle la cara, por evitar evitarlo.
Un último dato para cerrar, esas “sociedades arcaicas” a donde Mauss y Henaf, y más tarde Ricoeur, se remiten para pensar el problema del reconocimiento, no son las sociedades europeas, son las sociedades americanas, aquellas que no entraron en la “europeización” del Mundo. ¿Podremos reconocernos, aunque sea un poco, en nuestras sociedades olvidadas, en nuestro pasado?, ¿habremos dejado vivo algo de la maravilloso que matamos y olvidamos con el paso de la historia?...Tal vez sea hora de empezar de nuevo a reconocernos entre nosotros.




1 Conferencia pronunciada en la UNESCO en el año 2002. Publicada en el 2004 por UNESCO. Traducido del francés por Cesar Marchesino para la Cátedra de Filosofía Política I. Disponible en http://portal.unesco.org/shs/fr/ev.php-URL_ID=5936&URL_DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html

No hay comentarios.:

Publicar un comentario