domingo, 3 de enero de 2010

Reflexiones III

Sobre la sexualidad y el poder. Una mirada filosófica.
Ilusiones e hipocresías.

Para hacer un abordaje a la cuestión de la sexualidad desde la problemática del poder, se puede empezar con poco. No hace falta un ni un master en sexualidad, ni ser un experto en la concepción foucaultiana del poder y del dispositivo de la sexualidad. Para ver la efectiva mecánica del poder sexual basta con salir a la calle o prender la televisión. Siempre y cuando a ese acto se lo acompañe de un mínimo grado de conciencia, de atención, de percepción más que de un simple mirar. En ese acto de conciencia y de atención se descubre un bombardeo y una proliferación de exposiciones sexuales del cuerpo. Esto último no es ninguna novedad, no obstante hay que llamar la atención sobre el inmenso grado de complejidad que representa esa publicidad en extremo de la pornograficacion del cuerpo, sobre todo femenino.
Cuando la realidad sigue un curso distinto al de la construcción teórica, por mas avanzada que esta este, hay que volver unos pasos atrás. Hacer un ejercicio de memoria para poner la realidad en armonia con lo que algunos piensan de ella.
La exposición alevosa y grotesca de culos y tetas en distintos medios, y sin ninguna justificación aparente, se vende como el progreso de una sociedad que aspira a la liberación sexual. Hay una distancia enorme entre la abolición de un tabú como lo fue durante mucho tiempo “el sexo” a una exposición netamente pornográfica del cuerpo. Y en esa distancia quedan muchas cosas por comprender, las cuales no se tienen en cuenta las más de las veces. Las siguientes líneas tratan de mostrar uno de los puntos que se pierde en esa distancia. El que más arriba titulaba como una “ilusión” y una “hipocresía”.
Empecemos por un acercamiento global a nuestra época, desde el psicoanálisis se puede construir el marco dentro del cual nos encontramos hoy. Lacan anticipa el signo de estos tiempos al hablar de un superyó que impone el goce, el sujeto ya no se siente culpable por el deseo inconsciente que ha debido reprimir sino por no gozar lo suficiente . Esta tesis psicoanalítica se inscribe en la filosofía bajo el concepto de la “muerte de Dios”: Si Dios no existe, todo esta permitido. Esta es la primera ilusión, confundir intencionalmente un llamado al goce y un “todo esta permitido” con una idea de liberación sexual. Que un adolescente de 16 años hago todo lo que no esta prohibido y que oriente todas sus acciones en pos de algún tipo de goce sexual, lejos de ser “liberación” sexual, es claramente una conducta de libertinaje.
En la filosofía nietzscheana, la “muerte de Dios” no tiene como consecuencia la ausencia completa de reglas, costumbres y valores mas que como un momento a superar (el llamado nihilismo), por el contrario buscaba lo que el mismo Nietzsche llamo una “transvaloración”, esto es, -dicho en criollo- la búsqueda de nuevos valores que hicieran al hombre mas libre, menos siervo, menos gregario, menos temerario, con mas voluntad de vida. Sobre como entender esta transvaloración, la discusión esta abierta y en pleno auge, se trata de no limitar el espacio de discusión de la educación sexual a temas como la prevención y las enfermedades de transmisión sexual, ambos necesarios pero no suficientes, sino acercar a los jóvenes a temáticas como el cuidado de uno mismo, la ética del placer, la sexualidad no genital, etc.
Esta ilusión de la liberación por el libertinaje que es posible por la hipocresía generalizada de toda la sociedad, tiene su peor cara, o una de sus mejores explicaciones en la mecánica del poder foucaultiana. No quiero confundir al lector en este punto, mucho menos arrogarme la soberbia de creer poder explicar lo que significa “el dispositivo de la sexualidad” en unos líneas, por el contrario prefiero citar un párrafo de la genial pluma de Charles Taylor que deslumbra por su precisión apropósito de lo que aquí hablamos:
“Lo importante de entender es que no estamos controlados según el modelo antiguo, mediante ciertas prohibiciones sobre nosotros. Podemos pensar que estamos obteniendo alguna libertad cuando eliminamos las prohibiciones sexuales, pero de hecho estamos dominados por ciertas imágenes de lo que es un ser sexual pleno, sano y satisfecho. Y estas imágenes son, de hecho, muy poderosos instrumentos de control. Podemos pensar en la ola contemporánea de permisividad sexual como una especie de “revuelta del cuerpo sexual”. Pero (y en el pero encontramos la brillante capacidad de preguntar de Foucault) “¿Cuál es la respuesta del lado del poder? Una explotación económica de la erotización, desde los productos para broncear hasta las películas pornográficas. Respondiendo precisamente a la revuelta del cuerpo, hallamos un nuevo modo de inversión que ya no se presenta en la forma de control por represión sino de control por estimulación. “¡Desnúdate, pero se delgado, hermoso, bronceado”! (Foucault Power/Knowledge, p. 57)
La conclusión debería saltarnos a la vista y hasta lastimarnos los ojos. El síntoma de exposición pornográfica bajo el que vive constantemente nuestra sociedad, que celebramos como “la revolución del cuerpo” y la “liberación sexual”, no es más, que un llamado al libertinaje sexual que responde a una explotación económica de la erotización, es una invitación descomunal y generalizada a consumir el sexo y no a vivir la sexualidad. Valga lo mismo para laS distintaS sexualidadeS: aceptamos la homosexualidad, pero no la bisexualidad, aceptamos la homosexualidad y a la vez la discriminamos. Aceptamos la homosexualidad pero no al transexual; aceptamos lo que queremos, en el grado que queremos, todo de la boca para afuera y en un extremo y profundo grado de enferma hipocresía.

Como decía al comienzo, en este pequeño análisis sobre la sexualidad no hay nada radicalmente nuevo, los pensamientos de Foucault y Taylor llevan décadas circulando (por supuesto que ha habido actualizaciones y derivaciones importantes, sobre todo para comprender como se da la nueva bio-politica del poder, que tiene total vigencia para comprender nuestras sociedades). Lo que no deja de sorprender a quien escribe, y que motiva estas líneas, es la capacidad de todos los integrantes de nuestra vida cotidiana para mirar al costado de estos fenómenos con los que convivimos a diario. Padres que se molestan por la iniciación temprana, sin conciencia ni cuidado, de sus hijos en el sexo (no en la sexualidad) pero que no se interesan por saber que hacen los mismos horas encerrados en sus cuartos abiertos al mundo de la pornografía cibernética, adolescentes que se jactan de saber todo sobre el SIDA y el embarazo pero no pueden detener la cabeza (ambas) en un segundo de calentura para ponerse un forro, una clase dirigente y educativa que se llena la boca de palabras sobre la importancia de la educación sexual pero que permiten que grupos económicos y medios de comunicación vendan sexo sin resguardo y sin horario de protección, porque eso es atentar contra grandes poderes económicos.
En fin, repetir las cosas hasta el cansancio o escribirlas, no es garantía de resultados. Pero poner en evidencia que hay muchos que estamos dispuestos a pensar y dialogar sobre qué y cómo queremos entender y vivir la sexualidad fuera de un mecanismo de poder y de explotación económica, es una tarea que no pierde vigencia y que no debemos dejar que la pierda; por tanto estas líneas (y este diario y este ejemplar) van en el sentido de restituir y cuidar ese espacio de dialogo abriendo y poniendo en discusión formas que nos acerquen a una sexualidad mas libre.

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