martes, 17 de agosto de 2010

Nuestra última cena



No termino de decidirme. Pero que algo representa estar escribiendo en una servilleta, eso es seguro. Dos opciones, o un acto de extrema desesperación y soledad o de comunicación total con el resto de todo lo vivo en la tierra. Lo primera seria la necesidad irrefrenable de exteriorizar la conversación, intentar algo distinto a la harta comunicación unipersonal, cerebral, interna y silenciosa.

Sentar la tinta sobre el papel y ver comenzar la metamorfosis.

Poner ojos por puntos Y lenguas por acentos.
Un arqueo corporal y una mirada al suelo
en lugar de tres signos de interrogación.
Una mano en el mentón, unos dedos apurados
en un cigarrillo buscando ganar unos segundos, en lugar
de un signo de interrogación.
Un golpe seco en la mesa por un punto y aparte.

El intento desesperado de hacer real, realmente real, eso de que a través del lenguaje damos existencia a la realidad. Tal vez proferirlo suma ontológicamente: “Dos copas por favor, estoy esperando a alguien”. (No funciona).

O será la otra posibilidad, la comunicación total, la imposibilidad de decir algo que no sea ya, tuyo o de todos. Saber que en realidad nunca se habla solo, como si ver el reflejo de mi lapicera azul (lo que daría porque fuera negra) en los ojos de ella, sentada a dos mesas, siguiendo atenta y prolijamente los movimientos de mi mano, casi corrigiendo cada una de las palabras, no fuera comunicación suficiente para engendrar el mas trascendental amor. Como si mi tos no bastara, en su seca y sonora reiteración, para suscitar una risa o una pena, un sentimiento maternal de cuidado. O más sencillo y más complejo, como si mi mano ahuyentando una mosca no fuera la única y más concreta razón de una brisa que apaga un último fósforo, a las orillas (tal vez al otro lado) del Canal de Odra.

No, definitivamente no estoy hablando solo. Estoy comunicado con todo. Tan sólo me basta escuchar, percibir, intuir sus respuestas. Ahora que vuelvo hecho lenguas nuevas, caricias nuevas, mil soles y lunas nuevas, ahora que soy parte de todo lo que fluye, de todo lo que se contrae y se extingue y también de todo lo que renace y florece, ahora que siento todo, que sigo intentando sentir mas, percibir mas, comprender mas, ahora que a la comprensión del sentido extramoral de la verdad y la mentira pude completarla con la comprensión del sentido extraestetico de lo lindo y lo feo… Ahora que ya no soy mas yo, si no esté... ¿cómo alcanzar la comprensión? ¿De que forma expresar, comunicar, lo que deberían ya saber, ya sentir, ya entender? ¿Cómo transmitir una vivencia?

2 comentarios:

  1. ¿Cómo transmitir una vivencia? Quizás, magistralmente, comenzando con una frase del tipo "No termino de decidirme...".

    Muy bueno Manucho. Acomodá los acentos y el resto de los signos (o golpes en la mesa). Ya sabés quién te escribe.

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  2. I M P O S I B L E ... NO EXISTEN PALABRAS SUFICIENTES. Eso es lo lindo... es propia, es experimentada únicamente por vos y aunque quisieras vivirla nuevamente a través de los recuerdos o memoria... ni así volvería a ser lo mismo! Por eso estoy intentando convencerme a mí misma (sino caigo en un pozo depresivo mal) que es mejor mirar para adelante y crear nuevas "vivencias"... obvio, sin olvidar nunca lo que aprendí de las viejas!
    Te quiero Manolo y éxitos en tu próxima aventura!

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