lunes, 28 de diciembre de 2009

Reflexiones II

Los “Derechos Humanos” entre la democracia y el poder.

Podría pensarse desde una perspectiva general, que los Derechos Humanos, constituyen un eje que atraviesa, indistintamente, diferentes regímenes de gobierno, es decir, tanto una socialdemocracia alemana, como un “conservadurismo italiano”, o un populismo latinoamericano. Esto podría llevarnos a pensar y a preguntarnos si los Derechos Humanos son ajenos a la política o si están en un lugar a donde el poder no llega. Las siguientes líneas intentaran pensar, justamente, esta relación, la de los Derechos Humanos con el poder y la política.
Claude Lefort, es uno de los grandes teóricos del totalitarismo, y a través de su análisis de la diferencia entre el totalitarismo y la democracia, puede darse una excelente “respuesta” a la pregunta que aquí nos estamos haciendo. En los regímenes Totalitarios, explica este pensador francés, los Derechos del Hombre, definidos desde el siglo XVII como los “derechos del hombre burgués”, es decir, del hombre individual, son absorbidos completamente por el Estado. Dice Lefort: “Bajo este régimen el hombre se encuentra disociado del hombre y separado de la colectividad hasta un extremo no conocido nunca en el pasado, (…) por que su individualidad debe disolverse en un buen cuerpo político, el pueblo soviético o el partido”.
Si discutimos el tema de los “Derechos del Hombre”, el texto de Marx La cuestión judía, es una parada obligada. Allí Marx elabora una critica donde pone de relieve, justamente, que la definición de “derechos del hombre”, esta hecha a medida del hombre individual burgués; esa definición esta pensada para que cada hombre encuentre en el otro hombre “no la realización sino, al contrario, el limite de su libertad”.
Llegados a este punto, se podría trazar una interpretación que muestre que la definición de “Derechos del Hombre”, en el sentido recién explicado, posibilito la situación radical de abolición de esos derechos que se dio en los totalitarismos efectivamente sucedidos en la historia. Pero más allá de la plausibilidad de esta interpretación, el interés de Lefort es otro. En el totalitarismo el poder atraviesa toda la sociedad y es por eso que no hay lugar para los derechos. Pero en la democracia, esta es la tesis de Lefort, se da una separación entre derecho y poder. Esa separación fundamental para la democracia, privilegia el carácter simbólico que los individuos pueden tomar como sociedad en sus reclamos. La democracia juega con la idea de tener vigentes ciertos derechos en la práctica que todavía no han sido institucionalizados. Esta no-institucionalización, esta distancia del poder, permite a la sociedad, a los hombres la lucha por nuevos derechos y su efectiva realización. Como bien muestra el titulo, los derechos del hombre, en la democracia, se sitúan a distancia del poder.
A través del análisis de Lefort y de la experiencia de los Totalitarismos pueden desgajarse otros sentidos de la idea de “Derechos del Hombre” que Marx no pudo ver. Primero, la idea de que los Derechos del Hombre funcionen como límite de separación entre el derecho y el poder, impidiendo, como en el caso de los totalitarismos, la total absorción de la sociedad en el Estado, y por lo tanto, el peligro de poner a los individuos bajo un poder político desmesurado.
Segundo, si bien es difícil negar que la crítica de Marx a la definición atomizada e individualista del hombre en los “Derechos del Hombre” continúe teniendo vigencia en las sociedades actuales, eso no nos impide preguntarnos por los aspectos positivos que tiene la idea de Derechos Humanos.
Para finalizar veamos como pensar estos aspectos positivos. El texto principal donde Lefort expone las ideas que aquí hemos recorrido, se titula La Invención Democrática, y esta invención que define a la democracia, es precisamente, la de abrir, constantemente, un espacio en la practica para la lucha por nuevos derechos, ese espacio alejado y al resguardo del poder, tiene una fuerza simbólica que no debemos dejar que se pierda.
La critica mas fuerte que hacía Marx a la idea de los Derechos del Hombre, es que, para su época la conquista de estos derechos llevaría a una “emancipación humana”, de libertad e igualdad. Hoy vemos que la denuncia de Marx de que esa “emancipación humana” no era más que una “ilusión política” ha tenido su alta cuota de verdad, pero no solamente, porque la definición de hombre escondía el germen burgués y bajo el no podría haber una verdadera emancipación, sino porque, nunca bastaría la sola definición de un conjunto de derechos para alcanzar cualquier tipo de emancipación. En la vida de todos los días, hay una distancia inmensa entre los derechos instituidos y su real aplicación. A su vez, día a día aparecen nuevos derechos por los que luchar, y nuevos grupos sociales con nuevos reclamos. Por lo tanto, y como además, los hombres son históricos, concretos y viven en sociedades determinadas, nunca habrá una definición de “Derechos Humanos”, que contemple a todos los hombres y a todos sus derechos. Lo que si podemos hacer y pensar, es determinadas formas sociales y políticas, determinados regímenes, donde se pueda en la practica, luchar por nuevos derechos; para vivir en una Democracia así es indispensable no perder de vista, el valor simbólico que tienen los Derechos Humanos, como un lugar a donde el poder no puede llegar, y como un lugar que la SOCIEDAD, (y no el Estado), debe cuidar y en el cual debe actuar, para permitir siempre la reactualización de Derechos de distintos actores y sectores sociales.

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