miércoles, 21 de octubre de 2009

Un día de calma

Un día de calma.

Hoy cuando me levante, a diferencia del resto de los anteriores días, no era de noche, al voltearme en la cama pude ver como se reflejaban los postes en el suelo por la luz del sol. El silencio era abrumador, la costumbre de que a este lo acompañara el miedo y la desesperación cambio, ahora todo es calma. Me levante, camine unos pasos de pared a pared, recorriendo la habitación de lado a lado; pocos segundos pasaron. Me sentía raro, como si mis pensamientos estuviesen vacíos. La pesadumbre en mi cuerpo, que era habitual no se encontraba, las preocupaciones eran algo distante, ajeno; no podía definirlas, ni siquiera encontrar algo que se les asemejara. Nada había en ese cuarto. No podía sentir mi simple presencia. Las paredes grises ahora pintadas de tranquilidad. El afuera, que tantos años había anhelado estaba entre mis manos, la libertad por primera vez sé hacia tangible. Aquel silencio vacío lo llenaba todo. Me volví acostar, mis ojos no encontraban el techo marchito, solo había sin fines de posibles escenarios que pronto visitaría.
La calma, a cada segundo crecía de manera inimaginable. La luz que apenas dejaba filtrar ese lugar cegada la memoria y junto a ella el pasado se había olvidado.
La espera, detenida en el tiempo. El tiempo, desaparecido en el ansia de la espera. El ansia, que poco a poco se diluía en aquella calma que todo lo abarcaba. La felicidad, había dejado de ser; el amor el rostro del verdugo; las personas, petrificadas en la lastima. Nada era todo. Y todo, lo que esa calma fraguaba.
El Lunes, la imposibilidad de regresar al pasado; el miércoles, la inescrutabilidad del futuro.
Hoy martes, el día de Mi sentencia.

1 comentario:

  1. Buen texto R. buen buen texto! me llevó a la peli "The life of David Gale". Intertextualidad vio?
    saludetoss

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