miércoles, 4 de noviembre de 2009

El beneficio de la Duda


La noche del martes había estado cargada de intrigas, susurros, comentarios por lo bajo y negociaciones varias. Al momento de la decisión varios participantes aquejaban afonía, nadie quería renegar una sola de sus convicciones (léase: ambiciones), por lo cual el consenso fue arduo de lograr. Pero entrada la madrugada, y con el cansancio aflojando y debilitando algunas pasiones, las voces se fueron calmando hasta el silencio.

El mayor punto de discusión giraba en torno a la posibilidad de que el plan fraguado “pecara de ingenuidad”, por ahí alguien decía: “se van a dar cuenta, es todo muy casual, que así de la nada caigan y digan que si, sin motivo alguno…les digo que se van a dar cuenta”. La posibilidad de una fuerte sospecha tenia su razón de ser. Pero los mas empecinados en llevar a termino el plan, daban esa misma razón como fundamento de su éxito: “es tan, tan ridículo, que nunca se lo van a imaginar”. La discusión tenía sus puntos álgidos, en los que parecía que algún objeto volaría por los aires, el aire se tensaba hasta tornar insostenible las mismas palabras. Ni los gestos eran necesarios, las solas miradas hachaban furia, prendían fuego las intenciones de apaciguar y traer calma a los jóvenes efervescentes que se desgarraban en gritos apasionados; y como no iba a ser para tal violencia si, al fin y al cabo, lo que se discutía era: el poder. El poder de ser y hacer.

Con las primeras luces del amanecer se hizo indispensable llegar a un acuerdo, antes de que el día los sorprendiera, cada uno debía sigilosamente desaparecer por un recoveco escondido, para no levantar sospechas.

Lo resolvieron, como es propio de los jóvenes apasionados: siendo impulsivos, confiando en inflar las velas de su destino a fuer de sus pulmones y no de una azarosa brisa. El momento era ahora. Había que correr el riesgo y seguir adelante.

El miércoles por la tarde, cuando los 5 salieron al mundo, contemplaron en el cielo el ascender de una luna llena que claramente, no hacia otra cosa, sino iluminar sus destinos. El mismo miércoles por la tarde, minutos más tarde se encontraban los 5 desconocidos en el pasillo, disimulando la tensión, fingiendo, desviando las miradas, contradictoriamente confabulando. Respiraron profundo, y se adentraron al recinto donde las elecciones se llevarían acabo.

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