domingo, 13 de diciembre de 2009

Boludeces

Hay relatos que en favor de su exactitud y contundencia deben perder esteticismo y ser breves. Este es uno de ellos.

Esta semana hice cuatro cosas muy boludas y una decente. La primera cosa boluda fue buscar un encendedor por una hora (60 minutos), por todo el departamento habiéndolo dejado en la caja de cigarrillos (porque sabia que lo iba a perder) y no lo vi cuando saque el cigarrillo, a eso se suma que ese encendedor era el único elemento del cual conseguir fuego (a usted, perspicaz y elocuente lector, déjeme decirle que la ranura de mi calefón es tan delgada que el cigarrillo no entra, así que quítese esa sonrisa inmediatamente).
La segunda cosa boluda fue comenzar un libro maravilloso y atrapante, a sabiendas de que cada segundo valioso de lectura debía estar puesto al servicio del estudio académico.
La tercera cosa boluda, fue descubrir la pérdida del “amor de mi vida”.Descubrimiento que tiene como condición necesaria: haberlo perdido efectivamente. Boludeces si las habrá.
La cuarta cosa boluda fue desperdiciar todos los segundos valiosos de lectura cotejando ese descubrimiento mentalmente. Lo cual hace que las consecuencias de la tercera cosa boluda de la semana se hayan expandido más allá de lo lógico.

La única cosa decente que hice fue, reconocerme a mí mismo, que soy un gran inventor de excusas para no estudiar (valgan como ejemplos: perder un encendedor apropósito o fabular sobre “amores de toda la vida”).



PD: Uno de estos dos párrafos, seguramente, funciona como excusa del otro. Usted elige.

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